viernes, 18 de junio de 2010

Hablemos de Chiloé - II

Los Chilotes suelen comentar que la isla tiene la capacidad de atrapar o de expulsar a las personas que vienen de fuera. Para ser sincero, si yo fuera la isla, mandaría a tomar por culo a todas las personas que venimos de fuera.
Y es que es cierto que Chiloé siempre ha sido un enclave laboral importante para el resto de los chilenos. Desde hace casi un siglo que la gente viene a Chiloé en busca de curro, o incluso ya con uno concesionado; alojamiento incluido y demás demases. Pero en los últimos tiempos, digamos unos 20 años, se viene sucediendo algo inédito para los chilotes. La gente que venía antes, eran asalariados de alguna empresa pública o, en menor medida, alguna privada. Eso conllevaba que las personas se separasen de las familias y necesitasen del calor humano, social y cultural, que les permitía adaptarse e incluírse en el mundo chilote, muy diferenciado en cuanto a costumbres y modo de vida del resto de Chile. Pero la nueva oleada, o si lo prefieren los pijos soplapollas del alto "standing", "new wave", de personas que llegaban, era muy diferente a la de antaño. Sucedió que cierta parte de la población chilena, sobre todo de las grandes ciudades, descubrió una mina de oro en la isla: el salmón y los mariscos. Así que se venían con sus perras gordas (y con sus gordas perras también), y abrían empresas de cultivo de estos bichos, o alimento para el cultivo o algo que tuviera que ver con los putos bichos del mar. En muy poco tiempo se hicieron todos millonarios y empezaron a tener el control sobre los pobres chilotes que, si bien es cierto que son buenos mercaderes y en cierto modo pillos negociantes, de empresarios, por norma general, no tienen nada, y no tuvieron más remedio que sucumbir ante la vorágine de empleo que estos capitalistas hijos de puta les ofrecían sin reparos.
Lo que sucedió, por lo menos en Castro, capital de la provincia y ciudad donde vivo, es que esta gentuza del continente, se tomó la ciudad, hoy el centro de Castro es para los "afuerinos", con restaurantes de nivel (burdo, soez y muy moderno), con bares de copas y tiendas a la imagen que los chilenos tienen de Europa (totalmente desfasada, atolondrada, absurda y gilipollesca), dejando así la vida social chilota reducida al ruralismo y al alcoholismo exacerbado en cantinas que se caen a pedazos en las que la única calefacción es el alcohol en el cuerpo. Los ricachones continentales y nortinos (sobretodo de Santiago y Temuco), no sólo no se adecuaron a la cultura chilota sino que la desplazaron y mermaron, se la metieron por el culo y les mandaron de una patada en el mismo a su campito con sus vaquitas y sus "chanchitos" (chancho=cerdo), mientras acababan con la existencia de salmón y de marisco, dejando los mares de la isla con la pura mierda que habían desparramado criando y pescando éstos.
Hoy muchas de estas empresas han cerrado y dejado a cientos de chilotes en la puta calle sin un duro y con un nivel de alcoholismo que ni en Finlandia en invierno (¿habrá verano en Finlandia?...), cientos de familias se cagan de hambre mientras las instituciones que "protegen" al menor se dedican a llevarse a sus hijos a quién sabe dónde (quizá con Paco Lobatón), y, aún así, se preguntan por qué se suicida tanto la gente en Chiloé. MANDA HUEVOS.

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